Prometen y prometen

30 de Julio, 2010

México SA
Violencia de ida y vuelta contra la paisanada
México, primer expulsor de mano de obra
Río de promesas y discursos, nulos resultados

Carlos Fernández-Vega

En eso de la aberrante ley SB1070, más que suficiente espacio para los migrantes en la cárcel”, como cínicamente garantiza el nazista sheriff de Maricopa, Joe Arpaio, la alternativa real para la paisanada que es víctima de la persecución racista en el vecino del norte debe ser suficiente empleo, alternativas y espacio para ellos en su propia tierra y en el aparato económico mexicano, porque la aplastante mayoría de los connacionales que arriesgan el cuero allá lo hace no por amor al arte, sino por mera sobrevivencia y perspectiva de vida ante el cúmulo de puertas cerradas en su casa.

Sin duda alguna es repugnante la citada legislación promulgada por el esperpento que dice gobernar Arizona (ley que ayer entró en vigor, aunque temporalmente la “rasuraron”) y en general el sistema de apartheid gringo, condenable por donde se le vea, pero no hay que perder de vista el origen de la masiva migración de paisanos al vecino del norte que ha convertido a México en el primer expulsor de mano de obra en el mundo, por arriba incluso de naciones tradicionalmente expulsoras, como China e India, de acuerdo con los informes del Banco Mundial.

En las últimas tres décadas todos los inquilinos de Los Pinos (de Miguel de la Madrid a Felipe Calderón), con idéntico discurso, han prometido la “inminente firma” de un tratado migratorio bilateral. Todos fracasaron rotundamente, siempre en el supuesto de que su oferta pública y sus respectivas intenciones fueran reales. A cada pronunciamiento de los susodichos en torno a la “defensa de los migrantes mexicanos”, el primitivo gobierno de Estados Unidos ha respondido con un tramo adicional del ignominioso muro fronterizo, con un ley más que reprime a la paisanada, con el incremento de los elementos de la Patrulla Fronteriza, con otra vuelta a la tuerca del apartheid contra la raza de bronce.

En México, esos supuestos “gobiernos defensores de los derechos de los migrantes” no sólo actuaron en riguroso sentido contrario a su discurso, sino que estimularon la expulsión de mano de obra (Fox y sus jardineros, por ejemplo), toda vez que en ese mecanismo encontraron un filón de oro de dos vías: una inhumana, pero práctica, “válvula de escape” que aminoraba presiones sociales y laborales internas y el masivo ingreso de divisas, vía remesas, a la ineficiente, dependiente y lerda economía nacional (alrededor de 165 mil millones de dólares entre 2001 y 2009), cuya máxima oferta ha sido 2 por ciento de “crecimiento” como promedio anual, salarios de hambre, creciente pobreza y una espeluznante concentración del ingreso y la riqueza.

No es casual, pues, que tan sólo en los últimos tres lustros la emigración de mexicanos a Estados Unidos haya crecido 350 por ciento (en el caso concreto de mexicanos en Arizona el incremento, en igual periodo, ha sido de 570 por ciento), y a estas alturas más de 12 millones de paisanos viven y laboran en el vecino del norte (Centro Hispánico Pew), independientemente de los asentados con anterioridad. Para dar una idea de qué se trata, esa cifra es similar al número de trabajadores permanentes registrados en el IMSS al cierre de junio de 2010, equivale a 25 por ciento de la población económicamente activa en México y a 11 por ciento de la población total.

En tres décadas nada hizo el autodenominado gobierno mexicano por contener el río humano hacia Estados Unidos para ofrecer alternativas reales a quienes de plano no tuvieron otro remedio que la ruta del norte, pero eso sí el discurso oficial se mantuvo, al igual que la inmediata respuesta del primitivo gobierno gringo que se niega a sentarse para negociar un tratado migratorio bilateral (y el dócil gobierno mexicano acata sin más esa postura), por contundente, creciente y productiva que sea la presencia de mano de obra mexicana en la economía de aquel país.

Por ejemplo, todo se negoció (léase se entregó) en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, todos los aspectos de la relación bilateral (aunque se presuma trilateral) se incluyeron en este mecanismo, todo menos la migración y la participación, abierta y legal, de la mano de obra mexicana en el mercado estadunidense, porque los gringos no quisieron y la parte mexicana no insistió, si es que alguna vez en realidad consideró seriamente incluir este delicado tema. Con el TLCAN Salinas prometió el primer mundo a los mexicanos, y de alguna manera lo logró: después de su firma, 12 millones de ellos fueron expulsados por un modelo económico excluyente, y emigraron a Estados Unidos, independientemente de las terribles condiciones en que lo hicieron y se mantienen allá...


1 Ago. 10

Jorge Ramos Ávalos, Reforma

Calderón debe contratar a las mejores compañías de relaciones públicas y cabildeo en Washington para conseguir el apoyo de 218 congresistas y 60 senadores

Phoenix, Arizona. La noticia es que todo sigue igual en Arizona. Aquí siguen persiguiendo a indocumentados al igual que en el resto de Estados Unidos. Y esta terrible situación no va a cambiar pronto.

Es verdad que las cosas podrían haber empeorado si la jueza Susan Bolton no hubiera bloqueado las partes más controversiales de la ley SB 1070 de Arizona. No me hubiera sentido tan a gusto caminando esta mañana por el centro de Phoenix sin mi pasaporte o mi licencia de manejar. Por el color de mi piel morena o por mi acento al hablar inglés, algún policía podría haber visto algo sospechoso en mí, buscar una excusa para detenerme y preguntarme si estaba legalmente en Estados Unidos. Eso no ocurrirá. Por ahora.

La pelea por la ley SB 1070 se va a una Corte de Apelaciones y, seguramente, terminará en la Corte Suprema de Justicia. Pero es una lástima que así sea. Esto debería terminar en el Congreso en Washington, no en la Corte Suprema.

Arizona ha querido tomar la situación migratoria en sus propias manos por la falta de liderazgo y el vacío político en Washington. El presidente Barack Obama rompió su promesa de presentar una propuesta migratoria en su primer año de gobierno. Los demócratas no se atreven a votar sobre el tema antes de las elecciones congresionales de noviembre por temor a perder el control de la Cámara de Representantes. Y los republicanos están perdidos; nadie sabe dónde se han escondido los 11 senadores republicanos (incluyendo a John McCain) que hace tres años votaron por una reforma migratoria.

El gobierno de México también brilla por su ausencia. Están muy bien las declaraciones de repudio de la Cancillería mexicana en contra de la ley antiinmigrante de Arizona. Pero no tienen ninguna efectividad. Son irrelevantes.

Si quiere influir en la legalización de 11 millones de indocumentados, el gobierno de Felipe Calderón debe contratar a las mejores compañías de relaciones públicas y cabildeo en Washington para conseguir el apoyo de 218 congresistas y 60 senadores norteamericanos. Eso es lo que hizo Carlos Salinas de Gortari para conseguir la aprobación del Tratado de Libre Comercio. Salinas hizo muchas cosas malas y reprobables durante su sexenio (1988-1994). Pero eso sí lo hizo bien.

La ley de Arizona, que entró en efecto muy debilitada, surge por la falta de acción de Washington y por la falsa percepción de que los indocumentados son los responsables de los principales problemas del estado y del país. Pero digamos las cosas claras. Arizona no es México.

A pesar de la violencia en la frontera, la criminalidad ha caído en todo Estados Unidos en los últimos años, de acuerdo con estadísticas del Departamento de Justicia. No podemos culpar a todos los inmigrantes por los crímenes que cometen unos pocos. Incluso en Arizona, según el FBI, el crimen ha disminuido en los últimos años.

Los inmigrantes tampoco le quitan los trabajos a la mayoría de los norteamericanos. Por el contrario. Crean empleos, pagan impuestos y realizan las labores que nadie más quiere hacer. Yo no he visto a millones de estadounidenses buscando empleo para levantar las cosechas de tomate y naranjas en California o la Florida.

Y tampoco es cierto que los inmigrantes abusan de los servicios socia- les del país. Un reporte de la Comisión Kaiser concluyó que mientras un 20 por ciento de los norteamericanos utiliza las salas de emergencia en promedio durante el año, sólo un 13 por ciento de los extranjeros hace lo mismo. Es decir, los tres argumentos que utilizan los enemigos de los indocumentados -que aumentan el crimen, que le quitan trabajo a los estadounidenses y que abusan del sistema- son falsos.

En Arizona y en el resto de Estados Unidos sólo se están poniendo parches y curitas a una situación insostenible. No se está buscando una solución a largo plazo al problema migratorio.

Este año ya no habrá reforma migratoria. Si las cosas siguen así, el gobierno de Barack Obama deportará aproximadamente a 400 mil inmigrantes este 2010, separando a muchas familias. El país más poderoso del mundo, yendo en contra de su gran tradición de generosidad hacia los inmigrantes, está persiguiendo a los más vulnerables. Eso es antinorteamericano.

Sí, a pesar de las decisiones tomadas en los últimos días en Arizona, todo sigue igual.

Twitter: @jorgeramosnews

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